20 de junio: Día de la Bandera Argentina

0
892

20 de junio: Día de la Bandera (Argentina).

El Día de la Bandera se conmemora cada año en Argentina el 20 de junio. Esa fecha es feriado nacional y día festivo dedicado a la bandera argentina y a la conmemoración de su creador, Manuel Belgrano, fallecido en ese día de 1820. La fecha fue decretada por ley 12.361 del 8 de junio de 1938, con aprobación del Congreso, por el entonces presidente de la Nación Argentina, Roberto M. Ortiz.

A partir del año 2011, por decreto nacional, dicho feriado es inamovible.

La bandera fue creada el 27 de febrero de 1812, durante la gesta por la Independencia de las provincias Unidas del Río de la Plata.

La principal sede de las conmemoraciones del Día de la Bandera es el Monumento a la Bandera, en la ciudad de Rosario (provincia de Santa Fe), lugar en el que la bandera fue izada por primera vez en dos baterías de artillería, ubicadas en orillas opuestas del río Paraná. La celebración consiste de una reunión pública a la que asisten el presidente y miembros de las fuerzas armadas, veteranos de la guerra de las Malvinas, las fuerzas policiales, y una serie de organizaciones civiles.

Después de 14 años, el 20 de junio de 1957, se inaugura oficialmente el Monumento Nacional a la Bandera, en actos oficiales presididos por el dictador Pedro Eugenio Aramburu.

Una serie de actividades previas y posteriores completaron los festejos, convocando a la ciudadanía que siguió todos los pasos de esta ceremonia inaugural. Un gran desfile militar, seguidos de discursos fueron el centro de esta inauguración.

Desde hace algunos años, se incluye el desfile de la bandera más larga del mundo, que es confeccionada de manera comunitaria por la población de Rosario.

En 1812, las tropas a las órdenes de Manuel del valle de Belgrano comenzaron a utilizar una escarapela bicolor azul-celeste y blanco (colores adoptados por las cintas y escarapelas distintivas utilizadas por los «chisperos» o patriotas adherentes a la Revolución del 25 de mayo de 1810). El mismo Belgrano expresó en un informe oficial que no usaba el rojo «para evitar confusiones», ya que el ejército realista (es decir, los españoles y sus adictos) usaban ese color. El 13 de febrero de 1812 Belgrano propuso al Gobierno la adopción de una escarapela nacional para los soldados y 10 días después la adoptó luego de que el 16 de febrero de 1812 la Junta declarara abolida la escarapela roja y reconoció la blanca y celeste.

Siendo preciso enarbolar bandera y no teniéndola, la mandé hacer blanca y celeste conforme a los colores de la escarapela nacional.

Manuel Belgrano.
Los colores de la escarapela, que luego fueron los de la bandera, tienen otro antecedente: eran los que identificaban a los miembros de la Sociedad Patriótica (grupo político y literario de civiles y militares identificados con las ideas de Mariano Moreno). Como sus miembros habían sido desplazados de la Junta en 1811, pasaron a la oposición. Y el Primer Triunvirato eligió el celeste y blanco para la escarapela con una disposición distinta de esa sociedad. Esta última los disponía de este modo: celeste, blanco, celeste. La primera escarapela, se supone, era blanca, celeste y blanca.

Cerca de Macha (en Bolivia), se encontraron dos banderas que se supone eran las que llevó Belgrano hasta el Alto Perú durante su campaña militar. Una tiene la franja central celeste, y la otra, blanca. El Ejército del Norte juró obediencia a la Asamblea del Año XIII con una bandera blanca y celeste. Y esta enseña recién se enarboló en el mástil del Fuerte en 1815. Hasta entonces, allí, flameaba la bandera española. El Congreso de Tucumán, en 1816, adoptó la bandera celeste, blanca y celeste como símbolo nacional que identificaba a la nueva nación. La presencia del sol en el centro de la bandera la adoptó el Congreso, reunido en Buenos Aires, en 1818. Este sol es el mismo que aparecía en la primera moneda nacional acuñada por la Asamblea del Año XIII y luce 32 rayos flamígeros. Hasta 1985 a bandera con el sol era la «bandera mayor» de la Nación, y solo podían lucirla los edificios públicos y el Ejército. Los particulares solo podían usar la bandera sin el sol en el centro. Luego de 1985 el parlamento promulgó una ley por el cual todas las banderas tienen que tener el sol de mayo, mediante esta ley cualquier particular o empresa privada puede acceder a una bandera con el sol, dejando de ser así solo de los organismos estatales.

Azulunala

Andaría yo por los 15 o 16 años cuando tuve una revelación: la letra decía «azul un ala».
No era azulunala, ni a su lunala, ni azulunara…
Era (había sido siempre) azul un ala, un ala azul.
Y como al ratón Pérez le siguen Papá Noel y el conejo de Pascua, a esa epifanía le siguieron «y forma estela» (que supo ser «informa Estela») y «el ala es paño» (que no era «el ala espáñol»). Me atrevería a apostar que cualquier argentino que lea estas líneas habrá pasado por las mismas sensaciones de extrañeza y eureka con esta letra tan arraigada y hermética.
La canción patria se llamaba “Aurora”, y se entonaba a voz en cuello cada mañana, hiciera un frío glacial o un calor de tumbar pájaros. Se cantaba con solemnidad, aunque no se entendiera nada de la letra, como si estuviese en un lenguaje inaccesible pero muy sagrado.
Hace ya algunos años me propuse desentrañar el misterio de “Aurora”. Sabía, sí, que en su origen era el aria de una ópera encargada en 1908 para fogonear el espíritu nacional antes del Centenario. Sabía también que esa aria había sido muy exitosa, tanto que se había desprendido de la ópera y llegado a ser canción patria, de patio y delantal (lo aprendí en la promesa a la bandera de mis hijas). Pero su letra seguía siendo un misterio para mí.
La primera estrofa, aunque algo críptica, desplegaba una metáfora bastante comprensible: la bandera que se izaba era un águila guerrera en vuelo triunfal. Sus alas, azules, eran las franjas de la bandera nacional. Una linda imagen, ciertamente.

Alta en el cielo, un águila guerrera
audaz se eleva en vuelo triunfal.
Azul un ala, del color del cielo,
Azul un ala, del color del mar.

El estribillo, por si no había quedado clara, explicaba la metáfora:

Es la bandera de la patria mía,
del sol nacida, que me ha dado Dios.

Y entonces… llegaba el derrape.

Así en el alta aurora irradial
punta de flecha el áureo rostro imita
y forma estela al purpurado cuello.
El ala es paño, el águila es bandera.

Años pasé tratando de entenderla. Pensé que el áureo rostro era el sol del centro de la bandera, pero no se parecía en nada a una punta de flecha; y el purpurado cuello sería ¿un obispo? ¿o el gorro frigio? ¿Y sería la estela del purpurado cuello uno de esos cuellos almidonados de los cuadros flamencos? Nada cerraba.
Hasta que encontré un artículo de Juan Sasturain que me dio la clave: la ópera de la que nos había llegado el aria estaba en italiano y había sido traducida. Muy mal traducida.

Esta es la versión que encontré en italiano (¿será la verdadera? ¿estará correctamente escrita?):

Alta pel cielo una aquila guerriera
ardita s’erge a volo trionfale.
Ha un’ala azurra del color del mare,
ha un’ala azzurra del color del cielo.

Cosi nell’alta aureola irradiale
il rostro d’or punta di freccia appare,
porpora il teso collo e forma stelo,
l’ali son drappo e l’aquila è bandiera.

É la bandiera del paese mio
Nata nel sole, ce l’ha data Dio !

De la estrofa misteriosa, dice Sasturain: “En el original italiano, no hay “aurora irradial” (no existe en castellano) sino “aureola irradiale”, es decir: la aureola de rayos del amanecer que, como la que ilumina la cabeza de los santos, ilumina al águila, Pero eso no es lo peor: se traduce el verso “il rostro d’or punta de freccia appare” como “punta de flecha el áureo rostro imita”, cuando “rostro” es “pico” en italiano: es decir que el pico del águila, iluminado, parece una punta de flecha, el extremo metálico del asta. Y a continuación, lo peor: el verso “Y forma estela al purpurado cuello” es un delirio por “porpora il teso collo e forma stello”, que quiere decir –-creo yo, en mi elemental italiano al paso– que enrojecen (los rayos del sol) el tenso, alargado cuello (del águila) y forman el tallo (“stelo”, no es “estela”), el asta de la bandera.”

Así que, al final, nuestra canción patria nació para aria de ópera y en italiano, fue terriblemente mal traducida, y nos tuvo décadas cantando palabras inexistentes en español. Y sin embargo, «Aurora» ya es nuestra «Aurora», y la llevamos en el bolsillo del delantal. Porque lo que la hace patria no es ese Frankenstein que nos llegó, sino el alma que le pusimos y le seguimos poniendo cuando con la voz quebrada (supongo que no solo yo) le cantamos, mientras levanta vuelo, mástil arriba, con un ala azul como el cielo, y la otra azul, como el mar.

Carolina Randle