La Tierra como herencia: ambiente y género Por María Elina Serrano

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OPINION. Las mujeres en la gestión pública y en especial en los temas ambientales, están generando un proceso de transformación de gran escala. Tanto ambiente como género son ejes prioritarios para pensar el futuro desde la transversalidad y las acciones para el desarrollo de toda la sociedad.
  
Para entender la vinculación entre ambiente y género, así como las relaciones que establecen mujeres y hombres con los recursos naturales, es necesario analizar el acceso, la utilización y el control de esos recursos y de los beneficios que producen.

La necesidad de una visión de género surge del hecho de que, históricamente, se ha asociado a los hombres con los típicos roles principales: cazadores, pescadores, agricultores, pero especialmente como decisores o cabezas de familia.

Aún persiste la idea de que todas las mujeres tienen una relación especial con la naturaleza, considerándolas como un concepto y una realidad unitarios, centrados en el hecho de su posibilidad de ser dadoras de vida. Así no se reconoce la heterogeneidad existente al interior del colectivo femenino, determinado por la propia decisión, la pertenencia étnica, el grupo social y la edad, entre otros factores.

 

Promotoras y fiscalizadores

El conocimiento sobre la situación real de las mujeres respecto a los hombres en materia de sustentabilidad y cambios ambientales es aún insuficiente.

La mujer ha tenido una situación desventajosa, producto del sistema donde existe un género dominante, reforzado por la imagen de la mujer madre, mujer cuidadora, protectora, que toma a su cargo las tareas de promoción de un ambiente sano para su familia. Más de decir, que de hacer.

Persiste la carencia de datos “duros” que documenten con rigor las asimetrías de género en el acceso y uso de los recursos naturales, de estadísticas que revelen los impactos diferenciados de los problemas ambientales más urgentes, así como registros que muestren los avances de las mujeres en la gestión ambiental y en los espacios de toma de decisiones. El techo de cristal “ambiental” también existe.

Hoy es común en muchos municipios, o en pequeñas localidades del interior del país, que sean mujeres quienes están a cargo de las áreas ambientales, cuando los problemas son manejables, por ejemplo: gestión de residuos sólidos, conservación de espacios verdes, tenencia responsable de mascotas, herramientas de promoción y educación ambiental.

Sin embargo, en las localidades más grandes o cuando los problemas se vuelven complejos, las áreas ambientales quedan a cargo de los hombres, convencidos que se requiere cierta “dureza” para realizar el control de las actividades industriales, la fiscalización de la minería, del uso de agroquímicos, los cambios de uso del suelo, la extensión de la frontera agrícola, o liderar el desarrollo de energías renovables, entre otras actividades “masculinas” relacionadas con las ciencias duras.

 

Las ministras y secretarias

En el posicionamiento de los temas ambientales en la agenda pública, han intervenido muchas mujeres que formaron parte tanto de los gobiernos, como desde las organizaciones de la sociedad civil. Pero la sinergia entre políticas de género y ambiente aún es muy débil en la formulación de los planes, políticas y programas de las instituciones públicas, y poco se analiza la perspectiva de género en cuanto a las políticas de desarrollo sustentable.

Respecto a la toma de decisiones, hubo y hay autoridades ambientales mujeres, con resultados diversos.

En la esfera nacional, la primera Secretaria de Ambiente en la Argentina y Latinoamérica fue la Lic. Yolanda Ortiz (1973 – 1974) de firmes convicciones e incansable luchadora por la formación ambiental de aldultos, niños y jóvenes. Durante la dictadura militar se desmanteló el área, y si bien fue promesa de campaña de Raúl Alfonsín, no se concretaron avances en su gobierno.

Recién bajo la presidencia de Carlos Menem, se creó nuevamente la Secretaría de Recursos Naturales y Ambiente Humano designando a la Ing. Maria Julia Alsogaray (1991 – 1999) quien prometió en 1993 limpiar el Riachuelo en mil días, cosa que por supuesto no ocurrió. Fue un ícono de la frivolidad y la farandulización en la década menemista. Se hizo muy famosa por la foto con el abrigo de piel en la portada de la Revista Noticias, en 1990. Fue condenada por corrupción y falleció en 2017.

En este siglo otra mujer, la Dra. Romina Picolotti fue Secretaria de Medioambiente designada por Nestor Kirchner y estuvo en funciones desde 2006 a 2008. Renunció después de un conflicto por la ley de protección de los hielos continentales. Vive y trabaja actualmente en los Estados Unidos.

En cuanto a los cargos provinciales, actualmente solo seis provincias tienen una mujer como máxima autoridad ambiental. Con rango de Ministras de Ambiente solamente dos mujeres: Maria Inés Zigarán (Jujuy) y Erika María del Luján Gonnet (Santa Fé). Con rango de Secretaria de Ambiente, cuatro mujeres: Eugenia ÁLVAREZ (Tierra del Fuego), María Natalia SPINUZZA (San Luis), Dina Lina MIGANI (Río Negro) y Marta Elena SONEIRA (Chaco).

Sabiendo que las relaciones diferenciadas de hombres y mujeres con el ambiente son socialmente construidas, aún se presume que las mujeres poseen una especial afinidad con la naturaleza, que se comprometen con ella, que sus objetivos se caracterizan por el altruismo y que son las principales gestoras voluntarias para luchar contra el deterioro ambiental. Pero los que conducen, en su mayoría son hombres.

Volviendo al Origen

Para Leonor Zalabata, líder indígena colombiana del pueblo Arhuaco, no hay tema de desigualdad. Su cosmovisión asimila a las mujeres con la tierra y a los hombres con los árboles.  Habla de un reconocimiento a ambos. “En nuestras tradiciones la tierra es la madre y es la que tiene la capacidad de producir la vida de todo lo que hay en ella. Pero esta no es posible si no hay una protección. ¿Qué haríamos si la tierra no tuviera vegetación? La madre nos da la vida pero los árboles permiten que se den otras cosas importantes, como el oxígeno.”  Y prosigue: “Para los pueblos indígenas no es gratuito existir hoy. Una mujer indígena tradicional es la que realmente sostiene esa manera de ser y de pensar de los que viven en el territorio. Las mujeres están ligadas a lo que no se abandona nunca, por ejemplo el tejido, permanentemente por dónde va caminando va tejiendo es parte de su vida. Pero es necesario que haya mujeres que nos dediquemos a ser líderes para incluir esa visión y sentir de la mujer indígena dentro de nuestros procesos y espacios políticos.”

Distintas culturas, distintas miradas. Enormes desafíos por construir, que necesitan de todos y todas. La Tierra será la herencia de ambos. Desde los prehistóricos cazadores y recolectores, se trata de una relación de respeto, equilibrio y armonía con el ambiente. Sustentabilidad se llama. Los fracasos, son conocidos, y están a la vista.