Cortiñas fue integrante crucial de una organización de mujeres cuyos hijos fueron secuestrados por la dictadura militar que controló Argentina de 1976 a 1983.
Nora Morales de Cortiñas, integrante fundadora de una organización de madres que buscaban a sus hijos desaparecidos por la dictadura militar argentina en la década de 1970 y quien llegó a convertirse en una destacada voz mundial en defensa de los derechos humanos, falleció el jueves en Morón, Argentina. Tenía 94 años.
Cortiñas, conocida comúnmente como Norita, fue operada de una hernia el 17 de mayo en el Hospital de Morón, al oeste de Buenos Aires, y posteriormente sufrió complicaciones como consecuencia de enfermedades preexistentes, informó Jacobo Netel, director del hospital.
La organización que crearon las madres contribuyó a centrar la atención internacional en los abusos cometidos por la dictadura militar y continuó presionando al gobierno argentino para obtener respuestas tras la restauración de la democracia
Cortiñas llevaba una vida tranquila hasta que su hijo Carlos Gustavo desapareció repentinamente el 15 de abril de 1977. Estudiaba economía en la Universidad de Buenos Aires y militaba en un grupo político de izquierda, lo que le convirtió en un objetivo de la dictadura de derecha que tomó el control de Argentina en 1976 mediante un golpe de Estado.
“Tenía 24 años, una esposa y un hijo muy pequeño”, recordaría años después Cortiñas en una entrevista publicada en un libro en 2000. “Salió una mañana fría y no llegó más. Lo secuestraron en la estación de tren, mientras iba camino a su trabajo”.
La dictadura que controló a Argentina hasta 1983 está considerada como una de las más sangrientas de los gobiernos militares respaldados por Estados Unidos que tomaron el poder en varios países de América Latina en las décadas de 1970 y 1980.
Las organizaciones de derechos humanos afirman que unas 30.000 personas fueron detenidas ilegalmente en Argentina y desaparecidas sin dejar rastro mientras el gobierno perseguía a quienes consideraba subversivos, los enviaba a campos de tortura y a menudo los mataba.
Cortiñas emprendió una búsqueda desesperada de su hijo desaparecido, solicitando información en oficinas públicas, donde se encontró con respuestas evasivas y con funcionarios militares y del gobierno que la exhortaban a que dejara de buscarlo. Aún se desconoce el paradero de su hijo.
“La prioridad era salir a buscar a mi hijo, y entré en una espiral de locura”, dijo en una entrevista con un investigador de la Universidad Nacional de San Martín, en las afueras de Buenos Aires. “Me llamaban, me amenazaban, me decían que me iban a meter presa”.
Al mes siguiente de la desaparición de su hijo, Cortiñas se unió a un pequeño grupo de madres que habían empezado a reunirse para exigir información sobre sus hijos desaparecidos.
Comenzó a participar en lo que se convirtieron en vigilias semanales en la Plaza de Mayo, ubicada frente al palacio presidencial de Buenos Aires, la capital. Las mujeres, desesperadas por obtener respuestas y sin saber a quién acudir, empezaron a caminar en círculos mientras mostraban fotos de los desaparecidos.
Tiempo después, la dictadura desapareció a tres fundadoras de las Madres de Plaza de Mayo, pero eso no impidió que Cortiñas y otras se reunieran en cantidades cada vez mayores mientras intentaban captar la atención de una sociedad que a menudo parecía indiferente.
“La gente que pasaba por la Plaza de Mayo, sin embargo, por muchos años no nos vio”, contó Cortiñas en una entrevista realizada por la Biblioteca Nacional de Argentina. “Éramos como invisibles, nadie se arrimaba a preguntar qué hacíamos, porque yo creo que es lo que produce el terrorismo de Estado, ese miedo a saber qué hacíamos ahí”.
Incluso tras el fin de la dictadura militar en 1983, Cortiñas dejó claro que su lucha no había terminado, y siguió exigiendo medidas a los gobiernos elegidos democráticamente y expresó su decepción con Raúl Alfonsín, el primer presidente electo tras la restauración de la democracia.
“Durante la campaña, Alfonsín siempre prometió que se harían públicos los archivos, que tendríamos noticias, que se aclararía algo”, dijo Cortiñas en una entrevista con un medio de noticias alternativo. “La verdad es que todavía no ha ocurrido; los archivos no se han abierto”.
En 1986, las Madres de Plaza de Mayo se disolvieron en medio de divisiones internas: un bando presionó para realizar actividades más combativas. Esto provocó enfrentamientos entre sus integrantes, como la propia Cortiñas, sobre las exigencias que debían plantear bajo un gobierno democrático.
Cortiñas se convirtió en líder de una rama conocida como Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora.
En años posteriores, Cortiñas siguió asistiendo a las concentraciones en la Plaza de Mayo y también se convirtió en una presencia constante en otras manifestaciones, ya que se convirtió en activista de numerosos temas, incluida la legalización del aborto.
Rara vez se la veía sin un pañuelo blanco en la cabeza, prenda que buscaba simbolizar los pañales que sus hijos habían llevado cuando eran bebés y que hizo que el grupo fuera reconocido en todo el mundo.
“Nos enfrentamos a una dictadura y seguimos luchando: ¿por qué íbamos a parar ahora?”, le dijo Cortiñas a The New York Times en 2017 durante una manifestación en la que se oponía a la clemencia para los culpables de crímenes de la época de la dictadura.
Nora Irma Morales nació el 22 de marzo de 1930 en Buenos Aires —la tercera de cinco hijas— y sus padres fueron Mercedes Vincent y Manuel Morales, inmigrantes catalanes que se conocieron en Argentina. Morales administraba una imprenta en su casa, mientras que Vincent era ama de casa y trabajaba también como costurera.
Nora fue a la escuela hasta sexto grado, que en aquella época era cuando las niñas solían interrumpir su educación formal. A los 19 años, se casó con Carlos Cortiñas y se dedicó a enseñar costura y a realizar trabajos esporádicos como costurera. Cortiñas trabajó para el Ministerio de Economía del país y murió de cáncer en junio de 1994 a los 71 años.
Le sobreviven una hermana, su hijo menor, Damián Cortiñas, tres nietos y cuatro bisnietos.
Cortiñas regresó a la escuela años después y estudió psicología social, graduándose en 1993, a los 63 años. Posteriormente impartió cursos en la Universidad de Buenos Aires, una de las varias universidades que le concedieron títulos honoríficos.
Tras confirmarse el fallecimiento de Cortiñas el jueves por la noche, decenas de personas se congregaron en la Plaza de Mayo en su honor.
“Quiero cambiar este mundo injusto”, escribió Cortiñas en el epílogo de su biografía de 2019. “Cada día que me levanto tengo ganas de luchar. No lo siento como una obligación sino como un compromiso”.